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Lowell Brueckner

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Esfuérzate en la gracia

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 Hace muchos años escuché un mensaje sobre 2 Timoteo 2:1, relacionado con Sansón, pero no me acuerdo de los detalles. Entonces empecé a pensar en nuestras vidas y ministerios hoy, tan limitados a las esferas naturales del hombre. Intentamos mejorar nuestras capacidades físicas y mentales, sin darnos cuenta que estamos involucrados con algo que exige capacidades sobrenaturales, que solamente Dios puede dar. Que creamos lo que Jesús dijo: “Sin mí, nada podéis hacer”.


 
ESFUÉRZATE EN LA GRACIA

“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.”          2 Timoteo 2:1

  

Q
uizá nosotros luchamos para entender el significado y dar una aplicación a esta frase, que Pablo dirigió al joven Timoteo. Pero podemos estar seguros de una cosa, y es que no pretendió hablar con elocuencia poética. Es un mensaje desde el corazón de un padre espiritual, motivado por un amor intenso, a su hijo en la fe, en quien tuvo el más profundo interés. 

Muchas veces decimos que la gracia es un favor inmerecido. Sin embargo, raras veces consideramos la gracia aparte del perdón y la salvación. La gracia a la que Pablo se refiere en este texto es práctica y útil. Él mismo la ha experimentado en el cumplimiento de su misión terrenal: “He trabajado más que todos ellos (los otros apóstoles); pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Co.15:10).

Un hombre común… una mujer estéril
Muchas veces las historias del Antiguo Testamento nos ayudan a entender principios del Nuevo Testamento. ¿Recuerdas alguna que ilustre un esfuerzo que sin duda vino de la gracia de Dios? Vamos al libro de Jueces.

   En este libro vemos cómo, reiteradamente, Israel se encuentra bajo el poder de fuerzas impiadosas. Muchas personas hoy están en la misma situación, como algunos de los que, aunque en el futuro llegarán a ser del pueblo de Dios, aún no han sido liberados de la mano de enemigos crueles y destructivos. Otros, sin embargo, ya son del pueblo pero, por la desobediencia y el pecado, están muy lejos de la vida victoriosa a la que Dios quiere llevarles. Pero el propósito de Dios en el evangelio de Jesucristo es librarles.

La Escritura nos enseña que Dios involucra y utiliza al hombre en todas Sus obras. La historia que vamos a considerar trata de una liberación, y empieza con las siguientes palabras: “Había un hombre… el cual se llamaba Manoa”, cuya mujer es “estéril, y nunca había tenido hijos” (Jue.13:2). El plan de Dios requería el nacimiento de un niño especial, pero la historia no sugiere que Manoa tuviese capacidades especiales que le cualificaran como un vaso apto para planes divinos, y tampoco encontramos ningún ingrediente “especial” en su esposa que supliese lo que a él le faltaba. Al contrario, el versículo describe su desventaja. ¿Cuántas veces leemos en la Biblia que Dios elige a una mujer estéril para dar a luz a un niño que llevará a cabo los planes de Dios? Él espera que nosotros aprendamos algo de tales ejemplos. El poder para realizar los propósitos celestiales se encuentra en la gracia celestial, no en el esfuerzo humano. 


La revelación de Cristo
¡Todo lo que esta pareja necesitaba era una revelación de Jesucristo! Ellos recibieron una visitación del Ángel del Señor. La palabra Ángel, literalmente, significa Mensajero. El visitante fue el Mensajero del Señor. Él fue la Palabra de Dios que desde el principio del tiempo hablaba de parte de la trinidad. “Concebirás y darás a luz un hijo” (v.3), fue Su palabra a la mujer de Manoa. Esa declaración transformó a la mujer y la hizo fructífera.

Los nombres de la Biblia revelan la naturaleza de la persona. Manoa preguntó al Ángel sobre Su nombre, porque quería descubrir el carácter de este Ser fascinante. “¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?” (v.18), le contestó el Ángel. Lo que implica es: “Tú estás pidiendo algo que es demasiado elevado para ti. Es más asombroso de lo que las palabras puedan expresar”. La misma palabra hebrea es utilizada en el libro de Isaías, señalando al Mesías venidero: “Se llamará su nombre Admirable…”. Pero  como Isaías no podía describir Su carácter con un solo título, continúa diciendo… “Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Is.9:6). Aun así, este pasaje tampoco le define completamente, porque en otro lugar, Isaías añade: “Llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (fíjate en Mt.1:23). Un ángel ordenó a José, con quien estaba desposada María: “Llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt.1:21). Su nombre es Cristo, el Ungido. Él es Señor de señores y Rey de reyes. El libro de Apocalipsis declara que Él tiene un nombre que ninguno conoce sino Él mismo (Ap.19:12). Durante toda la eternidad estaremos descubriendo atributos de Su carácter. ¡Su nombre es admirable más allá de las palabras!

La revelación demostró a la pareja la fuente de la fuerza para su hijo prometido, Sansón. El Ángel “hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer” (v.19). En el futuro, cuando Sansón hiciese alguna proeza, siempre podrían recordar que, Aquel que se manifestó a ellos en Su poder, ahora estaba obrando en su hijo.

Las proezas asombrosas de Sansón
El primer desafío para Sansón vino de un león rugiente que, seguramente, tipificaba al león de quien nos escribió Pedro, que “anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P.5:8). Él representaba la fuerza espiritual de los enemigos filisteos. Sansón, primeramente, conquistó a éste, y de ahí en adelante experimentó una victoria tras otra. En una ocasión mató a mil hombres con la quijada de un asno y después la tiró. No quiso asirse a una herramienta o a un método, porque él conocía la Fuente de su poder.

Una noche, cuando Sansón visitó la ciudad capital de los filisteos, Gaza, sus ciudadanos pensaron atraparle. Pero, a medianoche, Sansón se levantó, arrancó las puertas de la ciudad con sus bisagras y escapó. Y no solamente salió, sino que además dejó las puertas abiertas, por si alguno quería seguirle. Jesús dijo que las puertas del infierno no prevalecerían contra la iglesia. Él espera que nosotros penetremos en las fortalezas del diablo y removamos las barreras espirituales para librar a los hombres.

Ciego y esclavizado
Al llegar al fin de la historia leemos que Sansón quebrantó su pacto con Dios. Nunca debió cortar su cabello, pero fue preso de su lascivia y, su amante, Dalila, rapó su cabello mientras dormía. En ese mismo instante su fuerza le fue quitada. Los filisteos le capturaron, le sacaron los ojos, le ataron con cadenas y le hicieron dar vueltas con el molino. Perdió su visión, su libertad y su propósito. Su vida se tornó en una monótona rutina (16:21).

¡Qué experiencia tan extremadamente triste para uno que había andado por la gracia! Sin embargo, quiero dirigirte a las palabras que siguen en esta historia inspirada, en las que la misericordia tierna de nuestro Dios y Su poder maravilloso para restaurar, son demostrados: “El cabello de su cabeza comenzó a crecer” (16:22). La Biblia nos enseña que Dios es el Dios de la restauración. Quiero decir una palabra, respaldada por la autoridad del cielo, a cualquier persona cautiva bajo la trampa del diablo: ¡Dios puede levantarte y restaurarte otra vez a una posición de utilidad!

Victorioso en la muerte
De nuevo Sansón estuvo en Gaza, la ciudad más armada y defendida de los filisteos. Todas las autoridades filisteas se reunieron para presenciar y saborear la victoria sobre Sansón. Alabaron a su dios, Dagón, y blasfemaron contra el Dios del cielo. Sansón oró clamando: “¡Señor Jehová… fortaléceme, te ruego, solamente esta vez!” (v.28), y el Omnipotente se levantó para obrar. “¡Muera yo con los filisteos!”, clamó de nuevo, y el poder de Dios reposó sobre él.  La casa cayó sobre 3.000 personas, incluidos todos los señores de Gaza (v.30). Este dramático evento es la razón por la cual esta historia fue preservada. Los poderes que habían cautivado al pueblo de Dios fueron demolidos y, en un momento, Israel quedó libre. Esto pasó cuando Sansón dejó a un lado todas las precauciones y estuvo dispuesto, como Pablo, a que fuera “magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte” (Fil.1:20). Sansón murió, pero, en verdad, no había otra razón por la que seguir viviendo. La misión para la cual había nacido, había terminado. 

Hoy en día, semejante evento de liberación puede llevarse a cabo por la gracia de Cristo Jesús obrando por medio de Su pueblo. Necesitamos, sobre todo, una revelación de quien es Él, que nuestro corazón lo capte fuertemente, y no dejar que nada estorbe, para que Él sea engrandecido por medio de nosotros. Tendremos que dar la espalda a nuestra propia capacidad y fuerza, para poder depender solamente de Su gracia.    


4 comentarios:
Noemi dijo...
31 de julio de 2014, 16:06  

muchas bendiciones, visitando su blog desde El Salvador.
mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

Jorge Israel dijo...
31 de julio de 2016, 12:06  

Precioso compartir, donde uno puede descubrir que nosotros somos vasos de barro, que el poder es del Señor y no nuesto
Bendiones hermanos.

Jorge Israel dijo...
31 de julio de 2016, 12:07  
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Unknown dijo...
21 de octubre de 2018, 7:10  

Muy bueno felicitaciones

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