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Lowell Brueckner

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¿Eres siervo de Cristo?

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Un estudio biblico de la carta de Gálatas


Pablo apedreado y dejado como muerto en Listra, Galacia. 
Empezaremos un estudio expositivo sobre la carta a los Gálatas. Sencillamente, se trata del poderoso argumento del apóstol Pablo defendiendo el evangelio de Jesucristo, llegando al centro y corazón del mensaje cristiano, proponiendo la fe que salva y la libertad que resulta de creer la verdad. Declara la guerra a las ataduras legalistas y a los judaizantes que las presentan. Éstos eran falsos apóstoles que salían de Jerusalén y pretendían tener el respaldo de la iglesia de allí y de su liderazgo apostólico.

John Bunyan declaró que el comentario de Lutero sobre este libro era la obra más importante, aparte de la Biblia. Con la excepción de la carta de Pablo a los Romanos, Gálatas, ciertamente, es el libro que mejor define la Reforma. Fue inmensamente útil para atacar la tiranía católica romana de aquellos tiempos.

Haremos el intento, sobre todo, de captar el significado original del documento, reconociendo que su Autor es el Espíritu Santo, como lo es de toda la Escritura. Cuando es así, nos enfrentamos con la verdad eterna y con los principios espirituales, útiles para los cristianos en cada periodo de la historia de la iglesia. Por eso, podemos aplicar esta obra a nuestra situación en el siglo XXI. Nos ayudará a ver los paralelos que existen entre hoy y la situación en Galacia, y podremos juzgar si vivimos de acuerdo con el mensaje de Pablo.

Necesitamos echar una seria mirada hacia esta enseñanza para después poder hacer un examen, igualmente serio, de dónde estamos en relación a ella. En fin, tenemos que obtener la corrección y ayuda poderosas desde la Palabra viviente de Dios para poder levantarnos encima de cualquier caída que hayamos experimentado y remover cualquier obstáculo de nuestro camino que estorbe la voluntad de Dios.


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(La letra en el cuadro: Galacia es una antigua región de Asia Menor central, denominada así, en latín, Galatia, después de que los gálatas, pueblo galo procediente de Europa se asentaran allí a comienzos del siglo III a.C. Además de los galos, muchos griegos se asentaron en la región, helenizándola. Por lo tanto, a los habitantes frecuentemente se los denominaba galo-grecos. Dominados por Roma a través de gobernantes regionales desde el 189 a.C., Galacia y las regiones adyacentes se convirtieron en la provincia romana de Galacia en el 25 a.C. Pablo fundó iglesias en Antioquia de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe...Hch.13:14-14:23).

(Puntos verdes: Ciudades de la Región de Galacia a cuyas iglesias Pablo escribe la epístola a los Gálatas.
 Puntos rojos: Otras ciudades que sirvieron de apoyo durante la predicación en el primer siglo.
 Puntos amarillos: Ciudades relacionadas al mensaje enviado por Jesucristo a 7 iglesias de Asia Menor en Apocalipsis 1:11)


Capítulo 1:1-10

Vs.1-2. “Pablo, apóstol (no de parte de hombres ni mediante hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios el Padre que le resucitó de entre los muertos), y todos los hermanos que están conmigo: a las iglesias de Galacia”.

A menudo, aunque no siempre, Pablo se presenta como un apóstol, llamado por Dios. Lo hace aquí, pero lo que es diferente y único en esta introducción (porque no aparece en ninguna otra carta de él), es que él nombra una fuente con la cual él no tiene nada que ver. Lo que sigue y continúa hasta terminar el capítulo 2 es una denuncia de esta fuente falsa, y Pablo lo examina a la luz del llamamiento verdadero que ha recibido. La diferencia entre estas dos fuentes es lo que distingue la verdadera cristiandad de una imitación.

Me estoy refiriendo a la frase “no de parte de hombres ni mediante hombre alguno”. Debido a la situación que Pablo está enfrentando, aclara que ningún hombre, incluyéndose a sí mismo o al liderazgo de cualquier partido o movimiento, estaba involucrado en el comienzo de su ministerio. Después seguirá con las pruebas.

El apostolado de Pablo fue por medio de Jesucristo, quien dio mucha importancia al hecho de que la gente reconociera que Dios el Padre fue quien autorizó Su venida y Su obra. Jesús, a menudo, declaró que Su Padre le había enviado. De igual manera, Pablo fue un enviado, un delegado, un embajador, que entró en el gran propósito divino, iniciado por Jesucristo. El Espíritu Santo aquí, como en otras muchas partes del Nuevo Testamento, no es mencionado. Sin embargo, se identifica con Pablo, morando en él y dándole el poder para cumplir con esta misión celestial y sus consecuencias eternas. Para que esta verdad impacte más a sus lectores, Pablo recuerda a los Gálatas que el Padre Dios que le había llamado, era el mismo que había levantado a Cristo de los muertos, para nunca jamás morir.

Pablo llama hermanos a aquellos que le acompañan. Por supuesto, no estamos cuestionando su liderazgo, sino sencillamente enfatizando la manera en la que él lo manejó. Estaba totalmente basado sobre las enseñanzas que Jesús dio acerca de las limitaciones a los líderes cristianos. Obviamente, sólo podemos tocar brevemente el tema.

En Marcos 10:42-43: “Los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre vosotros no es así”. En Lucas 22:26: “El mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve”. En Mateo 23:8: “Todos vosotros sois hermanos”. Vamos a ver una ocasión en la que este principio que introdujo Jesús se ilustra con Pablo y su equipo. “Por la noche se le mostró a Pablo una visión… enseguida procuramos (no solo Pablo) ir a Macedonia, persuadidos de que Dios nos (no solo Pablo) había llamado para anunciarles el evangelio” (Hechos 16:9-10). Creo que solo este párrafo es suficiente para demostrar el espíritu de igualdad y hermandad que existía entre los primeros creyentes.

Pablo escribió su epístola a varias iglesias del sur de la región, llamada Galacia. Él mismo era de Tarso, localizado cerca de esta provincia romana, y las ciudades en las cuales estaban las iglesias eran: Antioquia (de Pisidea), Iconio, Listra, y Derbe. Fueron iglesias fundadas por Pablo y Bernabé.

Vs.3-5. “Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, que se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Gracia y paz es el saludo de Pablo en todas sus cartas, pero el apóstol, bajo la unción del Espíritu, no está desperdiciando palabras como un intento de ser cortés. Está proclamando bendición espiritual que proviene del trono celestial sobre los lectores, donde Cristo está sentado a la diestra del Padre. Paz… Shalom… es el saludo tradicional de los judíos hasta el día de hoy, pero en la religión del corazón nuevo testamentario, reina la paz de Dios. Significa que se ha logrado la reconciliación y todo está bien entre Dios y Su criatura.

La gracia es la virtud central del evangelio, trayendo el favor de Dios sobre el hombre no merecedor. Fue llevado a cabo por el sacrificio del Cordero, que removió la enemistad entre Dios y el hombre al destruir el pecado. Una liberación tomó lugar. Pablo, en esta carta, tendrá mucho que decir sobre “este presente siglo malo”, incluyendo su religión, y señalará hacia la libertad cristiana, como resultado de la cruz. La iglesia está hecha por “personas llamadas aparte”, y la separación necesaria del mundo también fue obra de la cruz de Cristo. La cristiandad, en su esencia, en su mentalidad y en la práctica, es algo totalmente aparte del sistema presente.

Esta edad es maligna y los propósitos de Dios no tienen nada que ver con ella. Los que han sido llamados aparte han entrado en la voluntad eterna de Dios. No hay nada en ella que el hombre pueda lograr, obtener y poseer, e intentar hacerlo es robar a Dios Su gloria. En la iglesia verdadera de Jesucristo, toda la gloria le pertenece a Él. Cuando el hombre ha sido o es exaltado, existe una perversión.

La palabra amén es pronunciada en la iglesia, en todo el mundo, sin importar el lenguaje nativo de los creyentes. Es una palabra que solamente se aplica a las cosas de Dios y no existe un sustituto para ella en el lenguaje humano. Es la palabra que Jesús utilizó, en cualquier traducción, “en verdad, en verdad” o “de cierto, de cierto”, en español. La palabra literal es “amén, amén” y significa una verdad divina que no puede ser alterada o disputada. ¡Es algo absoluto!

Vs.6-10. “Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema. Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema. Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo”.

En el siglo XXI, si somos verdaderos creyentes, tenemos que recordar que nuestras raíces vienen de la iglesia primitiva, fundada por Cristo y los apóstoles, y no del principio de cierto movimiento al que pertenecemos. Nuestra lealtad también tiene que estar firmemente puesta allí. Demasiadas veces, los miembros de un grupo están fuertemente ligados a la gente y al lugar donde tienen sus inicios espirituales, corriendo el peligro de convertirse en sectarios. (Permíteme explicar que ser sectario no quiere decir, necesariamente, que un individuo haya entrado en una secta o culto, sino que demuestra una lealtad irrazonable a su rama particular del cristianismo, creándose una imagen inflada de ella… una importancia exagerada… causándole ésta una separación del Cuerpo universal de Cristo).

Si nos rodeamos de personas que ven las cosas igual que nosotros, entonces es fácil que esto suceda. Se produce cierta ceguera a la verdad de la Escritura y, a la vez, a los errores de su sistema. Existe el peligro, incluso, de poder caer de la gracia (si es que en verdad han entrado verdaderamente en ella). ¡Examínate a ti mismo y a tu ambiente! Si tal cosa le pasó a una iglesia del Nuevo Testamento, fundada por Pablo, ciertamente puede pasarnos hoy.

Fíjate que no están abandonando algo, sino a Alguien. Las acciones que están tomando, les están alejando de Dios. En cuanto de Él, rehúsa competir con cualquier doctrina que no sea Suya. En el principio, Adán y Eva pecaron y se escondieron de su Creador. En Apocalipsis, la iglesia de Éfeso dejó (no lo perdió) su primer amor.

Los gálatas fueron llamados por la gracia, y la gracia, más que corrompida, es anulada por una confianza en otro mensaje: “De la gracia habéis caído” (5:4). Pablo lo declara más de una vez y de diferentes maneras en esta carta. Algunos escuchan un evangelio distorsionado desde el principio de su experiencia espiritual, sin embargo, los gálatas están siendo conducidos desde un evangelio verdadero al que es falso. Pablo aclara que solamente hay un mensaje de buenas nuevas y cualquier mensaje que difiera de éste, son malas noticias, no importa lo legítimo que sea.

En el evangelio verdadero, el hombre es vulnerable y prescindible, y Pablo, quien les trajo el evangelio originalmente, se incluye a sí mismo. Más aún, agrega a los ángeles al número de los que pueden ser potencialmente malditos… ¿Ángeles del infierno? ¡En ninguna manera! Él dijo: “¡Un ángel del cielo!” Ay de la persona que pone su confianza en los hombres o en los ángeles. Éste no es un esfuerzo humano ni angélico; el evangelio solamente es un asunto de Dios. Siempre, en el Nuevo Testamento, la lealtad estaba atada a la verdad, no a un hombre ni a un sistema. Pablo no está tratando ligeramente con este problema, sino que está pronunciando y confirmando una declaración de condenación sobre los falsos maestros.

¿Cómo puede estar Pablo tan seguro de que lo que él y Bernabé trajeron a los gálatas era el verdadero evangelio? En primer lugar, tenemos que irnos a la historia en los Hechos, especialmente a la parte que cuenta de su partida de Antioquia, Siria, y su entrada a Galacia: “Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo… proclamaban la palabra de Dios… Y nosotros os anunciamos la buena nueva de… la promesa hecha a los padres… El siguiente día de reposo casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra del Señor… Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente… Se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor… Y la palabra del Señor se difundía por toda la región…” (13:4, 5, 35, 44, 46, 48, 49, etc., etc.). Pablo no predicó otra cosa… ninguna revelación personal, ningún sueño, ninguna visión. Su autoridad y autenticidad fueron enteramente por la verdad de las Escrituras.

En segundo lugar, su seguridad estaba basada sobre la iluminación y enseñanza inspirada, dadas a Pablo por el Espíritu Santo y basadas en el Antiguo Testamento. Él lo declara en los primeros dos capítulos: “El evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre” (v.11). Los apóstoles en Jerusalén dieron testimonio: “Les presenté el evangelio que predico entre los gentiles… Nos dieron a mí y a Bernabé la diestra de compañerismo” (2:2,9). Pedro hizo una referencia particular a la inspiración especial sobre Pablo (fíjate en 2 P.3:15-16). Su misma doctrina es clara y específicamente expuesta en el libro de Romanos. A ningún hombre, desde el tiempo de los apóstoles hasta el tiempo presente, le es dada esta inspiración inerrante. Es ridículo que un líder se compare o se ponga en el lugar que ocupaba Pablo entre los gálatas.

¿Sería posible que alguien como Pablo volviera a Galacia con otro mensaje? Él mismo declara la posibilidad. Sin embargo, ninguno de los apóstoles originales corrompía o se alejaba del verdadero evangelio, pero estoy bastante preocupado por los muchos líderes que hoy en día lo han hecho. Engañados por el hibris (una arrogancia irracional), hinchados por el éxito y con un ego inflado por su poder, los líderes caen, de igual manera que Lucifer cayó del cielo, y raramente se humillan y se arrepienten.

Por favor, considera seriamente el peligro que resulta de agradar a los hombres, poniendo la confianza en la carne y sangre humanas. Pablo nos da el ejemplo correcto; su meta no estaba en ganar la aprobación de los hombres, ni se propuso agradarles, más bien buscó exclusivamente la aprobación de Dios. Pone delante de nosotros el principio divino, aplicándolo no solamente a sí mismo, sino a cada verdadero discípulo de Cristo y cada quien que ama a Dios. Él declara que ninguno puede ser un siervo de Cristo si intenta agradar al hombre. Este principio es enseñado por toda la Escritura y no podemos pasarlo por alto. Es tiempo de examinarnos otra vez: ¿Temes tú a Dios y buscas sólo Su honra, o estás motivado por un deseo de avanzar y buscar la aprobación de parte del hombre? ¿Has sido enseñado que la lealtad al liderazgo humano es lo mismo que la fidelidad a Cristo? Entonces estás ciegamente engañado. ¡La respuesta sincera y honesta a estas preguntas determina si eres o no eres un siervo de Cristo!




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