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Lowell Brueckner

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Sobre la lengua y la sabiduría

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Capítulo 3

 

El poder de la lengua

      1.      Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. 

      2.      Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. 

3.      He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. 

4.      Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. 

5.      Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! 

6.      Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. 

7.      Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; 

8.      pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. 

9.      Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. 

10.  De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 

11.   ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? 

12.    Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. 

He de decir que la primera parte de mi ministerio fue el evangelismo misionero. Por supuesto, además del evangelismo tuve que estar involucrado en la enseñanza bíblica y el discipulado de nuevos conversos. Lo que quiero decir es que no me concentré, particularmente, en la enseñanza. Muchas veces menciono que los primeros cinco años en la Costa Chica de Oaxaca, Méjico, fue mi entrenamiento para la obra de Dios. Gané experiencia práctica en el cristianismo sobre la hostil tierra extranjera, vi evidencias de la providencia de Dios, y leí constantemente, vez tras vez, las páginas sagradas de la Palabra de Dios. Formaba doctrinas también al observar cómo la palabra obraba en las circunstancias de la gente con historias como las que estudiaba en la Biblia.

 Mis “héroes” en la fe siempre han sido los que han batallado en el frente de fuertes conflictos contra fuerzas espirituales. Muchas veces me preguntaba cómo los estudiantes jóvenes pueden poner tanta fe y confianza en maestros que han aprendido la mayor parte de su teología sentados en cómodas oficinas, estudiando comentarios y volúmenes de obras hermenéuticas, escritos por hombres superiormente intelectuales. 

El paquete de la fe y las obras

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Capítulo 2:14-26

 

14. Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 

15. Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 

16.  y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 

17.  Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 

18.  Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 

19.  Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 

20.  ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 

21¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 

22.  ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 

23.  Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 

24.  Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 

25.  Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 

26.  Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. 

 Una fe inefectiva. Si alguien critica a Santiago, sin importar quien, debería examinar cuidadosamente su enseñanza. Verá que su doctrina sobre la fe es muy constructiva y positiva. Es verdad que enfrenta una fe inefectiva, que no es capaz de salvar, pero también presenta una fe verdadera. Pudiéramos decir que Santiago demuestra que las obras son el fruto de la fe verdadera. Observo que la versión LBLA inserta la palabra “esa” a fe en él versículo 14, como otras versiones que tengo en inglés. En ellas pregunta: “¿Acaso puede esa fe salvarlo?” Estas traducciones indican que hay diferentes tipos de fe y aprenderemos que vienen de diferentes fuentes.    

La ley real de la libertad

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¿Dónde está el flautín?

Capítulo 2:1-13

 El pecado de hacer acepción de personas

1.      Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. 

2.      Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, 

3.      y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; 

4.      ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? 

5.      Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? 

6.      Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? 

7.      ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?

¿Podemos ver que Santiago es un creyente firme en la “fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo”, igual que lo fue el apóstol Pablo? Sin embargo, en este capítulo Santiago está desafiando una fe que es manchada por hacer acepción de personas. Él trata con este defecto en la primera mitad de este capítulo y después, a partir del versículo 14, enseña acerca de una fe que no termina cumpliendo el propósito de Dios. En Efesios 2:10 leemos: Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras”. Sí, Pablo también creyó en buenas obras.  

 La fe de Jesucristo no es compatible con las prácticas mundanas que dan preferencia a los más exitosos, y no representan dignamente el nombre del “glorioso Señor”. Tal gloria se presenta en los Evangelios cuando Cristo, en Su enseñanza, relata la buena obra del buen samaritano que atendió al pobre viajero, que tanto el levita como el sacerdote habían ignorado (Lc.10:33). Jesús conversó con la mujer samaritana, aunque “los judíos y samaritanos no se tratan entre sí” (Jn.4:9). Fue un leproso samaritano quien se volvió a Jesús para darle las gracias después de haber sido sanado por Él (Lc.17:6).

 Felipe demostró la práctica cristiana cuando descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo” (Hch.8:5). Pedro y Juan le siguieron, orando por los samaritanos para que fuesen maravillosamente bautizados en el Espíritu Santo. De vuelta a Jerusalén “ellos predicaron en muchas poblaciones de los samaritanos” (Hch.8:25). La gloria de Jesucristo continúa brillando en el libro de los Hechos, mientras el evangelio se abre, paso a paso, a los gentiles despreciados en la religión judía.

Como oír

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Un aula para ocho cursos
 Capítulo 1:19-27

 

Pronto para oír… con mansedumbre

19. Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; 

20. porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 

21. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 

 Durante los dos primeros años de escuela asistí a una del estilo de “La Casa de la Pradera”; donde estábamos, desde primero hasta octavo, en un solo aula. Cuando el profesor se sentaba en una mesa con uno de los cursos más altos y los enseñaba, yo escuchaba atentamente y pude almacenar una buena porción de ello. En el estudio bíblico aprendemos que la Biblia ofrece conocimiento del mundo espiritual que se extiende mucho más allá de que lo que uno puede aprender en el transcurso de toda su vida. Por eso, debemos escuchar lo que otros han aprendido antes que nosotros.

 John Wesley resume el resto del libro de Santiago por lo que dice en el primer capítulo, versículo 19:“Todo hombre sea pronto para oír” –va desde Santiago 1:21 hasta el final del siguiente capítulo. “Tardo para hablar” – lo trata en el tercer capítulo. “Tardo para airarse” – lo trata desde el tercer capítulo, y hasta los capítulos cuarto y quinto.

 En el versículo 5 Santiago aconseja al cristiano que ore por sabiduría y, en el versículo 19, añade que esta oración debe ir acompañada con el deseo de escuchar. Mientras conversamos aprendemos lo que otros han aprendido y, por supuesto, también aprendemos por medio de predicadores y maestros, incrementando así nuestro conocimiento de la Palabra. Leer también es una forma de ‘escuchar’, y el cristiano que aprecia la lectura recibirá mucha bendición. Tiene que ser pronto para escuchar y además debe hacerlo con ganas para poder obtener sabiduría. 

Pruebas y tentaciones

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El oro refinado en fuego

Capítulo 1:2-18

 

Pruebas y paciencia 

         2.      Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando     os halléis en diversas pruebas, 

         3.      sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 

         4.      Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. 

 Santiago comienza la instrucción de su carta aludiendo al beneficio obtenido solamente al pasar por las pruebas. Enseña que un cristiano debe estar gozoso por pasarlas, porque así producirá una valiosa paciencia. En Romanos 5:3-4, Pablo escribe lo mismo, pero sin usar el término: “Tened por sumo gozo”, sino algo que expresa una reacción todavía más fuerte: Nos gloriamos”, y después cita una serie de virtudes, fruto de la tribulación, en las que el cristiano debe gloriarse. En primer lugar, de acuerdo con lo que dice Santiago, la tribulación produce paciencia, pero después cita dos beneficios más: prueba y esperanza… “También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.”

Pedro utiliza el mismo término que Santiago: diversas pruebas”, diciendo que ellas mismas causan aflicción, y las compara con el proceso de refinar el oro: “Ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego” (1 P.1:6-7). En comparación a la refinación del oro, la prueba de la fe es “mucho más preciosa”, ya que el oro es “perecedero”. La prueba o refinación del oro por fuego sirve para quitar las impurezas, dejándolo en un estado más puro. Por eso, las pruebas no se aplican para ver cuánto pueden resistir los cristianos, sino para llevarlos a un nivel más alto y puro de la fe.

El escritor de Hebreos, de acuerdo con Pedro, afirma que la reacción inmediata de una dificultad aplicada para disciplinar no es gozo, sino tristeza: Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (He.12:11). La disciplina no es, necesariamente, un castigo porque la persona haya hecho mal, sino una obra de Dios en la persona para su beneficio. Tenemos que aprender a “tener por sumo gozo” las pruebas, concentrándonos en los beneficios que obtendremos después, y solamente por ellas podremos obtenerlos.

 Los apóstoles son el ejemplo perfecto del principio de estar gozosos en la tribulación, cuando salieron del concilio de Jerusalén después de haber sido azotados. Está claro que los golpes no les hicieron sentir gozo inmediatamente, sino que salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hch.5:41). Aprendemos de todas estas fuentes: Pablo, Pedro, Hebreos, el caso de los apóstoles en los Hechos, y Santiago, que existen tesoros de incalculable valor producidos por las diversas pruebas. Sabiendo esto podremos hallar gozo al pasarlas. Mark Mathes escribió las siguientes palabras, traducidas del inglés, en una hermosa canción:

“A veces hace falta un monte, a veces un mar turbulento,

A veces un desierto, para llamarme la atención;

Tu amor es mucho más fuerte que la prueba que me aflige,

A veces hace falta un monte, para aprender a confiar solamente en Ti.”